Mucho me han preguntado por qué Club
Montoto y no otro nombre; el motivo es tan básico como inaceptable para muchos
de los lectores hoy concurrentes aqui. Cuando despertó la idea de hacer este
blog diagramé una razón de ser, una especie de rosa de los vientos, que
marcaria para siempre los rumbos de este espacio y esa razón es, ni más ni
menos, que poner la música por sobre todo, por sobre gustos, sobre ideas
políticas, sobre paradigmas y desprecios. Una vez establecida esta única regla comencé
a buscar un nombre que lo encapsule todo en pocas palabras y en cierta forma
entendí, dada mi asiduidad con asociaciones de fomento y esas cosas, que la
palabra Club ensamblaba perfecto si pretendía que dentro de este espacio haya
de todo y que todo sea respetado, tratado por igual sin cuestionar su
procedencia. Por eso hoy les traigo sin ponerme colorado a uno de los mejores
grupos que nos ha dado la música surgida de los confines de la marginalidad y la
pobreza, conocida y disfrutada por todos, la siempre famosa y nunca faltable
cumbia.
El Grupo Sombras es uno de los
grupos de cumbia mas antaño que existen, es una suerte de semillero de la
música solo comparable con el semillero de Argentinos Juniors en los noventa. Por
sus filas han pasado una veintena de cantantes y músicos que han sabido hacer
de sus carreras un éxito, tal es el caso de Antonio Rios, pero hubo una formación que cambiaria para
siempre el rumbo tanto para la banda en si como para sus seguidores. El equipo
formaba más o menos así: en teclados Juan Zapana (Fundador), en baterías y percusiones Pascual Benítez (Fundador),
en guitarra el excelentísimo Daniel Mancilla, en bajos Antonio Carvajal,
tumbadoras Walter Calderón y en la voz, creo yo, uno de los mejores intérpretes
y compositores de este estilo, Daniel Agostini. Juntos editaron tres discos de
alto vuelo sonoro pero solo uno ellos pudo alcanzar el éxito glorioso de las
masas; con ustedes Boquita de Caramelo o mejor dicho, como todo el mundo lo
conoce, “el de la ventanita del amor”.
Boquita de Caramelo no solo contiene
una infinidad de éxitos,(Les pido que por favor lo escuchen y disfruten sin
prejuicios, como quien viaja a otro país y prueba sin conocer una recomendada comida nueva), sino que
pone en tela de juicio la alta calidad de los músicos que rodeaban a la banda.
Es que para muchos la cumbia ha vivido siempre un escalón más bajo del resto ya
sea por su contexto social o porque hoy en día todo se hace con dos o tres
loops y un par de soniditos, pero acá es otra la historia. En este trabajo es
imposible dejar pasar de largo los impermeables arreglos de guitarra que no
cansan de deslumbrar al oyente ya sea con una introducción súper pegajosa
plagada de armonía, acompañando al teclado en una fusión sonora precisa o jugando
sin parar detrás de la voz de Agostini. También cabe resaltar la destreza del
bajo que aun sobre escalas simples y clásicas, como si fuera algo instintivo,
invitan a uno a querer bailar sin saber bien por qué.
Volviendo a la calidad de los músicos no podía olvidarme de la canción Y que haz hecho de mi, un lento al estilo rock de los ochenta, totalmente distinto al resto del álbum, tranquilamente podía haber sido un hit de Diego Torres o Cae, con guitarras distorsionadas y toda esa beauty ornamenta, pero es aquí donde el Grupo Sombras deja algo bien en claro y es que los tipos no eran ningunos improvisados y que mas allá de que en un principio la remaron desde muy abajo tocando en clubes de barrio, sabían de buena música y tenían un don especial para hacer que se vendan casi un millón de copias de este disco y mover a grandes y chicos por igual cantándole al amor bajo el manto de los timbales de nuestra autóctona (compartido su origen con otros países de Latinoamérica.
*Tema recomendado: Mienteme
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